Se trata de un material cuya nomenclatura tiende a confundirse con el hormigón pulido del que hablamos con anterioridad pero nada tiene que ver con él.
En este caso no es más que una evolución del microcemento compartiendo con este todas sus ventajas y diferenciándose de él fundamentalmente en que no necesita malla para su aplicación consiguiendo la adherencia con puentes de uniones, el árido es de mayor tamaño, tiene mayor resistencia a compresión y el acabado es aun más uniforme disminuyendo aun más la aparición de marcas de agua.
Su composición es a base de cementos seleccionados, arenas finas, resinas, coadyuvantes y pigmentos naturales. Se aplica con dos finas capas de un grosor total de 2 mm y de forma manual con llana.
Se pueden conseguir superficies de hasta 500 m² sin juntas de dilatación. El acabado final así como los usos posibles no difieren prácticamente de los del microcemento.